viernes, 30 de septiembre de 2011



Me arrancaba los labios (prefiero que lo hagas tu amor mio)

y hasta trataba de arrancarme la piel, el cabello y hasta las uñas.
Pero son tus manos las que quiero que me arranquen la piel.
Son tus manos las que quiero que me desnuden.



Solo me queda disfrutar de ser presa de la noche, por la facilidad que tiene ella de vestirme y desvestirme con sus sombras, dejarme en esa exposición tan reveladora. Donde la poca luz que existe es la del recuerdo de la sensatez pero que se extingue facílmente al imaginarme las más retorcidas ideas e imágenes,donde puedo acompañar a los gatos en su maullido y enamorarme del olor de mi propia fragilidad. Puedo romper la noche, no con palabras, simplemente con un suave gemido que salga de mis labios húmedos, sedientos y vacíos. Estremecerla. Los deseos que ella despierta en mi, los que me devoran y quiero devorar, los que quiero desgarrar desde el fondo antes de que todo quede putrefacto.
Pero en pocas horas, el sol saldrá y todo regresara aparentemente a su normalidad, donde nada pasa pero pasa todo. Refugirarme en mi mente retorcida. Al final solo queda retorcerme entre tus brazos, porque solo ahí disfruto retorcerme.